domingo, 13 de noviembre de 2011

Dolor... Amor.

En realidad son difíciles de explicar, ¿cómo explicar lo que notas cuando sabes y sientes cómo tu corazón se rompe en 200000 pedazos? Me sentí rota, como una muñeca de porcelana cuando se cae de una vieja estantería. Me sentí vacía, como si en mi corazón, que yo pensaba que éramos dos personas, de repente, estuviese sola. Desilusionada, como cuando ves cómo tu sueño se hace añicos delante de tu propia cara. Perdí mi esperanza, como que él ya no tenía ningún interés, indiferencia, aunque luego ésta última sensación se borró, dando paso, de nuevo, a la esperanza. Pero, fundamentalmente, superando a todas las anteriores, sentí el dolor. Sentí como si una profunda y helada garra me atravesase el pecho, manteniendo en un apretado puño mi corazón, me falló la respiración, me falló el cerebro, un horrible temblor se apoderó de todo mi cuerpo, e n mi sangre había una especie de corriente eléctrica que hacía que el dolor no se quedase sólo en mi pecho, si no que se extendiese por todo mi cuerpo, emponzoñándolo de dolor, hasta la última fibra, hasta el último pequeño trozo de mi piel sentía ese dolor. Francamente, ahí fue cuando entendí dos frases en las que nunca creí: "Se me hizo el corazón pedazos". Siempre creí que esa frase era una exageración. No lo es. Realmente notas, sientes cómo tu corazón se convierte en pedazos, explota y duele. La otra frase es: "Es que el dolor, cuando es por dentro, es más fuerte". ¿Cómo podía ser posible? ¿Cómo iba a doler más el amor que un dolor de muelas, que unas anginas? Lo hace. El dolor del amor se extiende por tu cuerpo, por todo él y no hay manera de pararlo. Los demás dolores son localizados y con unas pastillitas, curan. Los del amor sólo curan con tiempo... Mucho tiempo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario